Caracas está hecha mierda. Algunos días más que otros, pero está hecha mierda con todo y sus muchos encantos que, afortunadamente, aún conserva.
Algo de lo que más la hace mierda son las colas, "marditas" colas, que cada año son más espesas y cagalitrosas. La vaina deja de ser así de apestosa entre finales de julio y finales de septiembre, cuando está de receso el período escolar. Las colas que por lo general le quitan a uno no menos de una hora en condiciones "normales", tienden a reducirse a media hora y a veces hasta quince minutos en el súper mejor de los casos.
Pero dentro de toda la cagalitrosis vehicular, hay un pequeño detalle que hace el trayecto más ingrato de lo que naturalmente es: las ambulancias y patrullas de cuerpos de seguridad (?¿?¿), a full sirena y todas las cocteleras encendidas, que hacen puntual aparición cuando las colas son más inmamables. No dudo que lleven alguna emergencia (especialmente las ambulancias, porque lo de las patrullas si es 100% cuestionable); pero que no solamente sea una ambulancia la que lo obligue a uno a tirarse al hombrillo y rogar que el paso del camionzote no te raye la carrocería... ni dos ni tres ni cuatro, sino que sean hasta seis ambulancias las que te pasan en menos de quince minutos y no un día cualquiera, sino todos los putos días que las colas te escoñetan la vida.
Si a ésto le sumamos que cuando no hay cola o el tráfico es lo suficientemente fluido para no mentarle la madre a nadie, no vez NI UNA SOLA ambulancia con las cocteleras ni la sirena encendida, circulando normalmente, lógicamente sin emergencia alguna, entonces cabe preguntarse: ¿cuántas de esas ambulancias o las patrullas de los cuerpos de IN-seguridad llevan una emergencia verdadera? Yo me atrevería a decir que menos de 20% de ellas la lleva. No me consta, es verdad, pero a la duda le salen hasta pelos cuando te das cuenta que, coincidencialmente, se multiplican las "emergencias" cuando hay más cola. ¡Qué casualidad! ¿No?
Una buena estratagema para pasar como alma que lleva el diablo ante aquel mar de carros que ruedan a menos de 0,9879873 Km por hora.
Lógicamente, cada vez que vea una sirena y una coctelera distrayéndome en el retrovisor, me apartaré y rezaré desde el hombrillo, no sólo para que no me rayen el carro sino también para que la potencial emergencia que lleve la ambulancia o patrulla sea resuelta satisfactoriamente. Uno no sabe en qué momento la emergencia, VERDADERA, involucre a alguien cercano, alguien conocido. Pero, mientras los choferes de esos vehículos utilicen la sirena sólo pa quitarse a los carros del frente, me seguiré cagando en la madre que los parió.