martes, 2 de octubre de 2007

Terror al volante


El tráfico caraqueño no es la sucursal del infierno. Más bien es el mismísimo infierno la sucursal del tráfrico caraqueño. Mefistófeles se inspiró en nuestro tráfico para edificar sus aposentos. No me cabe duda. A ti, que también manejas o te desplazas por este pandemonium capitalino -o alguna vez te has jodido la madre en él-, tampoco te cabe. Motorizados hijosdeputa (es una redundancia, lo sé), camioneteros malcojidos por el culo, choferes de cualquier carro que no saben que existe una puta palanca para indicar que vas a cruzar a la derecha o a la izquierda. En fin, un mar de mierda y comemierdas que te hacen odiar a medio planeta cada vez que osas imbuirte en el caos vehicular. Pensé que nada podía haber peor. ¡Me equivoqué!
El pasado fin de semana estuve en Maracay. Fue entonces cuando me di cuenta que el infierno, o sus sucursales, o sus modelos, están en Caracas y en otros lugares más. Lo viví en Maracay, lo he visto en Maturín y en Puerto La Cruz. No sé qué coño pasa en el interior del país, o quién carajo les enseña a manejar o qué puta concepción tienen los semerendos cretinos de lo que es un carro y cómo se debe manejar medianamente bien. ¡MIERDA QUÉ MAL MANEJAN!: Son capaces de cambiarse en una vía de tres canales, violenta e intempestivamente, sin poner la puñetera luz de cruce y encima les sabe a culo si tú vienes en tu vía o si te chocan. Todo les sabe a gran culo, la vía es de ellos y se creen que son los mejores choferes del planeta. Los semáforos, ni hablar. El rojo es para meárselo. Ir en contrasentido, ergo comerse la flecha, le es "cool!".
La teoría de mi mamá -por aquel dicho que reza (a veces injusta otras justamente) que Caracas es Caracas y lo de más es monte y culebra- que en el interior lo que están es acostumbrados a andar en burro y creen que un carro funciona de la misma manera. Después de haberme encrispado los güevos con lo mal que manejan en Maracay y recordando experiencias en Maturín y Puerto La Cruz, creo que mi "mai" tiene que jode razón. Habrá sus excepeciones, pero quedan difusas entre tanto comemierda. Del tercermundismo, no saldremos. O sí, pero para el décimomundismo y más abajo! Kaput!