lunes, 8 de octubre de 2007

¡Kaputt!

En alemán kaputt significa algo así como que se rompió, se acabó. Y se acabó, al fin, el diplomado (en gestión ambiental responsable) que comencé a finales del mes de enero. Fue el sábado cuando vi la última clase, la que más se adaptaba a mi profesión. Pese a que el diplomado coninúa con dos materias más, la que terminó el sábado fue la última que decidí ver porque, aparte de que ya cumplí con los requisitos legales para hacerme del diplomado (5 materias obligatorias, y al menos ujna electiva -ya vi dos-), me hice presa de la desmotivación, el cansancio y además quiero invirtir mi maltrecho y desorganizado tiempo en cosas tanto mejores.
Comencé a cursar ese diplomado por invitación y posterior beca de un gran amigo defensor del ambiente, a quien toda la vida le estaré agradecido por semejante gesto. Fueron casi nueve meses de aprendizaje, crecimiento y ampliación de mi visión de cara al mundo, amén del fortalecimiento personal. Nueve meses en los que prácticamente me olvidé de lo que es la vida social de un viernes o de un sábado (porque tenía clases viernes de 6 a 9:30 pm y sábados de 8 :30 am a 5:30 pm). Nueve meses en los que luché contra el sueño especialmente los días sábados donde tocaba calarse ocho horas de una misma clase con un mismo profesor.
Al principio di cerca del 100% de mí para quedar sobresaliente; lo logré. Poco a poco fui bajando la intensidad hasta dar poco menos de 55% lo cual se reflejo en un descenso del rendimiento. Creo que mi nota promedio estará cercana a 18,6 sobre 20.
No me quejo, especialmente porque fui becado para cursar ese diplomado y segundo porque más allá de la formación profesional que pude extraer de él, pude compartir con profesionales de otras ramas distintas a la comunicación social y eso me llevó a ver cuán distinto puede ver el mundo cada persona.
En fin, el culminar del diplomado para mí marca también el culminar de una gran etapa en mi vida. Llegó la hora, de una vez y para siempre, de asumir los verdaderos retos, los grandes, los costosos, los que marcarán el resto de mi vida. Crecer, no hay otra opción.
Por lo pronto el primero de mis propósitos y retos es el de estudiar el idioma alemán, una aspiración que trae ya cerca de tres años gestándose y que hace poco menos decidí asumir. En un post futuro contaré el porqué de mi fetiche con Alemania y su idioma. Aparte del deutsch, hay otros proyectos de vida que ando configurando y que iré revelando (a quien me conoce y a quien realmente le interesa) a medida que vayan teniendo lugar. Es hora de darle otro mordisco, esta vez más fuerte, al mundo.