En fin, lo cierto es que la cubierta del catamarán estaba llena de tetas duras, redondas, venosas, pero falsas. Prensadas de silicón. Que unas tetas grandes son llamativas, provocativas, sí, de cajón que lo son. Pero ya cuando te das cuenta -al menos en mi caso muy personal y estoy seguro que en el de muchos hombres con cerebro también- que son así porque tiene una semerenda bola llena de silicón por debajo, pierden el encanto. Peor aún es abrazar, tocar o hacer cualquier vaina a una teta hecha de silicón, una teta de mentira pues. Aquella vaina es dura y parece que se te fuera explotar en la mano, en la boca o en cualquier parte de tu cuerpo con la que oses palparla. No es natural, no es agradable y sencillamente no es nada placentero ver ni tocar una vaina de esas.
Sobre las tetas de mentira, tengo una teoría y es esta, que cuando las mujeres deciden meterse esas gomas debajo de la piel, en el quirófano efectivamente se las meten para aumentarle el tamaño del busto y simultáneamente le extraen algo de cerebro, a algunas más que a otras mujeres y en ciertos casos hasta se lo extraen en su totalidad. Es difícil mantener una conversación medianamente coherente con una mujer ensiliconada por más de 2.45 segundos. Si es promotora -cuyo requisito indispensable para serlo es ser definitiva e indiscutiblemente descerebrada- el tiempo se reduce a 0.12 segundos. Es verídico.
Volviendo al tema del catamarán y al vendaval de tetas falsas, cuando pasé por aquel episodio vi al cielo y le hice a Dios la pregunta con la que titulé este post. Ahorita en una ciudad tan llena de esnobistas como Caracas es cada día más difícil ver una mujer con sus tetas naturales. Particularmente prefiero a una mujer con sus tetas tal cual se le desarrollaron, no importa si son pequeñas. En caso contrario, preferiría ponerme creativo con una barbie, que es la misma paja que tocar unas tetas de silicón. Para mis adentros, aplaudo a cada mujer que veo con sus pechos intactos... me gustaría parármele a cada una y felicitarla, pero sería algo sumamente ridículo aparte de engorroso.
Insisto que sí es de pinga ver a una mujer con sus tetas sobresalientes, pero nunca si son de plástico. Las prefiero pequeñas y naturales, que duras y llenas de petróleo por dentro. Si tú que estás leyendo esto, tienes tus tetas naturales !te felicito! Si las tienes operadas y te sentiste ofendida con el comentario de lo que les hacen en el quirófano, escúpeme si te provoca, pero eso no va a cambiar mi parecer sobre las tetas de mentira. En todo caso disculpa, pero si Dios no te dio tetas grandes, aprende a lucirlas sin importar sus dimensiones, por algo Dios te hizo así, por algo eres mujer -al mejor creación sobre el planeta-. El plástico está demás.